viernes, 10 de diciembre de 2010

Soledad pasajera

Jajajaaja, sí, es bastante loco, pero es verdad, estas teclas se han ganado mi confianza, y creo que se debe a una cosa en particular. Es difícil definir cómo uno es, ya que constantemente estamos demostrando diversas facetas, dependiendo del contexto en que nos encontramos, se quiera o no. Sin embargo, a medida que nos vamos quedando solos, las cadenas que nos reprimen se aflojan, hasta llegar a un punto de completa armonía con nuestra moral e instintos. Pero vamos a la parte en que comenzamos a ganarlas. Es bastante interesante cómo uno empieza a quedar atrás, por el temor a ser alumbrado y visto cual recién nacido, sin ropa alguna. Cabe decir, que la desnudez no es el problema, sino el veredicto que dará nuestro juez de ella. Sentenciado culpable. Tales condenas nos hacen cubrir cada vez más nuestro cuerpo, con el fin de evitarlas. Así se va creciendo, nuestro ser no puede ser visto por cualquiera. Mala conclusión, o quizás no, pero ¿es qué uno acaso no tiene derecho de compartirse con todos?¿es un problema no atraer con tu desnudez? Estamos tan arropados, tan sofocados. Peor aún es estar solo y seguir vestido. Por eso es tan  importante aguardar en el lecho teniendo estúpidas visiones del propio ser, para luego disfrutar plenamente de tu desnudez. El miedo más nefasto es el que te niega. Así que despójate de tus ropas, porque yo te quiero ver así, como yo estaré algún día, como me gustaría que todos estuvieran, para de una vez por todas sacar a la luz tanta originalidad que hay en el alma. Que la confianza no te sea esquiva, compártela no sólo con un montón de teclas.
Jajajajaja, nuevamente me río, pero ahora es de mí, porque la llave a mis esposas es negada por el mismo que me ha acompañado toda mi vida, que conoce lo que pienso, lo que siento, absolutamente todo. Espero algún día convencerlo de los hermosos parajes que nos esperan.

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