Es verdad, en la vida hay todo tipo de experiencias, que ayudarán al observador a darse cuenta de lo que lo rodea, de lo que siente, de lo que es. Ahora, este último punto es complicado de arañar, utópico en cierto sentido, ya que uno es constantemente una larva, que olvida su condición rompiendo el capullo mental que cuidadosamente se ha tejido en un cierto tiempo. Así, la metamorfosis continúa, liberando al nuevo ser. Esto, hasta que la libélula antropomorfa choque con un nuevo obstáculo, uno al que nunca había enfrentado o probablemente lo había esquivado inconscientemente ya que estaba interesada en otros desafíos. Es aquí cuando la libélula se da cuenta de que es demasiado débil para enfrentar el reto, por lo que decide agrupar sus alas, decrecer, sumirse en sí, y volverse capullo nuevamente, para protegerse. Turbada y vuelta larva en una nueva tanda, se vuelve más fuerte y escapa al mundo con una nueva convicción, aunque es probable que la libélula nea haya salido al ver a otras atravesar el obstáculo. Es probable que haya sido orgullosa y no se haya querido quedar atrás, o que haya sido insegura y siguió a las demás libélulas para no alienarse. Incluso, es probable que haya salido sin preguntárselo, y que vuele hasta el final del pantano sin saber cómo y por qué, simplemente lo hizo por inercia, sin emoción, pero cree haberse encontrado a sí misma sólo por el hecho de volar y llegar al último tramo del lugar...
Cuando se le da mucho sentido a la vida, a las experiencias de este gran momento, se corren varios riesgos, como el decepcionarse con frecuencia, el ensimismarse en demasía, el fantasear en realidad...
El letargo se ha hecho presente, no hay relación con nada, se hace confuso, se repiten las comas, hay puntos suspensivos, me parece que hay orden ¿entiendes mi lluvia? es decepcionante, muy poca locura, propia vergüenza, debería desollarse ¿reversible?
no sabes como entiendo a esa libélula :)
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