miércoles, 10 de agosto de 2011

Ferviente ambiente

Sucesos como el de anoche, con las estridentes cacerolas y cuanto utensilio se pilló, son los que me enorgullecen enormemente, ya que las personas se unen sin importar cómo se vean o su condición social por una causa común, que nos involucra a todos pues forma a la sociedad como lo es la educación. Pero no sólo eso me enorgullece, sino que también siento que la realidad de mi patria está cambiando. Las personas se están preocupando cada vez más de lo que ocurre en el país, de quién nos manda, se preguntan por qué niegan esto sí es mi derecho y ejercen la legitimidad del pueblo de exigirle al Estado reformas que mejoren su calidad de vida. Las protestas espontáneas por la baja frecuencia de las micros del Transantiago por ejemplo, demuestran que las personas están cansadas de que les metan el dedo en la boca y han decidido tomar el sartén por el mango y reclamar sus derechos. El cambio, el afán de revolución fue acallado por la dictadura y nos dejó como un país pasivo, temeroso en el período en que estuvo la Concertación al mando. Además nos han nublado la vista con hermosos autos, con malls, con burdos programas de televisión, con titulares que dan para llorar de lo poco relevantes que son y un sinfín de cosas que desvían de lo importante. Como dijo Karl Marx: "la desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas". Sin embargo hoy, la gente está despertando, está abriendo sus ojos y está desechando la mugre que le están ofreciendo.
Me gusta este ambiente de unión social que se está generando, espero que no sea un episodio más en la historia de Chile y que empecemos a formar un mejor país de aquí en adelante siendo conscientes de nuestra realidad y nuestros valores.   

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